miércoles, 27 de abril de 2011

Etapa 00. 02-11-2010 Traslado de Palma a Saint Jean Pied de Port (Donibane Garazi)

4:15 Despertador. ¡¡¡Que dolor de cabeza!!! Bueno, empieza el día y la aventura. Me levanto, desayuno rapidito y me despido de mis tres bellas durmientes. Tengo una hora de camino en coche hasta el aeropuerto. 14ºC con una leve llovizna y ni un alma en la carretera. La lluvia cesa pronto pero la carretera está muy mojada, anoche llovió mucho y fuerte.

Apenas me he cruzado cuatro o cinco coches hasta llegar al aeropuerto. Aquí la temperatura es de 17ºC, no llueve y se ve algo más de gente. Dejo el coche y me voy directamente a la planta de facturación. Llevo las dos alforjas en una caja de ordenador con un asa, así son más fáciles de llevar y solo me facturan un bulto en lugar de dos, lo cual me implicaría un sobrecoste. Dichosas compañías aéreas y sus reglas tontas.

Por suerte facturar ha sido rápido, apenas cinco minutos. Ahora estoy sentado frente a la puerta D88. Faltan quince minutos para embarcar y cuarenta y cinco para despegar, siempre que sean puntuales y despeguen a las 7:00 como está previsto.

Eso que tenía pensado de ir tomado notas durante el día para no olvidarme de nada a la hora de hacer la crónica… pues como que no. El primer día y, excepto en el aeropuerto antes de despegar, ni un apunte. Así que a tirar de memoria.

El vuelo a Bilbao hacía escala en Barcelona. Durante la escala me he encontrado con mis paisanos que salen desde Roncesvalles. Hemos estado hablando hasta que hemos vuelto a embarcar, esta vez en el mismo avión. De Barcelona a Bilbao se me ha hecho más corto de lo que me esperaba. Mi “maleta” ha sido de las primeras en salir así que he partido enseguida y ya no he vuelto a ver a mis paisanos. Encontrar la oficina de Atesa me ha costado un poco, pues el aeropuerto está en obras. En la oficina me han pedido si prefería coche con cambio manual o automático. Como me es indiferente me dan un C4 automático. ¡¡¡¡Y QUE PASADAAA!!! El cambio es un automático, pero con la opción de ponerlo en secuencial y con levas en el volante. He disfrutado como un crio chico.

Momento de estrenar uno de mis juguetes: el GPS de mi Nokia 5800. Simplemente genial. En cuanto ha pillado los satélites directo hasta Pamplona. Bueno, directo no, porque antes de pillar los satélites ya había salido del aeropuerto y había pillado yo otra carretera y me ha hecho dar la vuelta. Además avisa de las “cámaras” de vigilancia J Todo un detalle.
El trayecto ha sido precioso. Me encantan los bosques de Euskadi en esta época del año con sus tonos amarillos, ocres y verdes. Son algo espectacular. Las montañas también preciosas, pero con unas pendientes que asustan. No se hasta que punto me gustaría hacer MTB por aquí. El tiempo me ha respetado, apenas ha llovido durante el trayecto y niebla solo un par de tramos entre San Sebastián y Pamplona.

He llegado a Pamplona sobre las 13:00 y he dejado el coche en la oficina de Atesa. La caja aquí ya ha dicho basta, se ve que el trato en el avión ha sido duro y se ha quedado en el coche. He puesto las alforjas en bandolera y al hombro. Ya había mirado un restaurante para comer antes de salir de casa. Google Maps es lo mejor para estos menesteres. Hay que ver como avanzan las tecnologías. Menú por 11,00€. Consomé, pimientos rellenos de bacalao, flan, café y agua.

Después de comer, y de nuevo gracias al Google Maps, ya sabía dónde encontrar la parada de autobús para llegar a la oficina de SEUR. La conductora muy guapa y muy brusca: cobraba mientras conducía y yo haciendo equilibrios con las alforjas para coger el cambio mientras ella aceleraba o frenaba según los semáforos. Se ve que el horario es el horario.

SEUR: mi sino. Me he vuelto a acordar del transportista de Mallorca. Pido un paquete de una bici a mi nombre y no hay nada. TOMA YA. El chaval que repasa en el ordenador y al final aparece. El fenómeno puso destinatario: SEUR Pamplona. No se para que me hizo rellenar todo el formulario con tantos datos para enviarla si luego puso lo que le dio la gana.

Recuperado del susto empiezo a montar la bici y lo más raro de todo: sin problemas. Reparto peso entre las bolsas y llamo a Taxis Pamplona. En diez minutos tengo el taxi con  la bici dentro. En principio la idea era llegar pronto a Roncesvalles para, si el tiempo era bueno, bajar hasta S.J.P.P. en bici y disfrutar del descenso. Pero como el tiempo no acompaña mucho, pues amenaza lluvia y la carretera esta mojada, y tampoco tenía claro donde iba a poder cambiarme, decido ir directamente en taxi hasta el final. El taxista, Oscar, muy simpático y enrollado. Hemos estado hablando de todo un poco: el Camino, el tiempo, taxis, coches,…

En S.J.P.P. me ha dejado Oscar junto a una de las puertas de la ciudadela. He montado las alforjas y ya he visto que voy un pelín cargado. Pero ha sido al entrar en la calle empedrada que lleva a la oficina de peregrinos donde me ha quedado claro por completo. La puta madre que parió a la cuesta de la calle de las narices.

 Vista asi, hacia abajo no parece nada, pero la bici se ponía a una rueda y ya me he acojonado de lo que me esperaba mañana y que se escondia entre la niebla.

En la oficina me atiende una señora americana. Nos hemos entendido un poco en ingles y un poco en español. Me ha intentado convencer de que mañana subiera por la opción de Valcarlos por la niebla que había en Lepodoer y me da que se ha creído que lo ha logrado. Me ha dado información del albergue y me ha puesto mi primer cuño. 


 Después un señor francés, con el que me he tenido que entender en alemán (sigo cabezón, francés no hablo) me ha acompañado a dejar la bici en un cobertizo y me ha enseñado mi litera en el albergue: la 109. 

 Después de colocar las cosas en el albergue he salido para aprovechar la luz que quedaba y hacer unas fotos.








 Durante el paseo he parado a comprar algo de “combustible” para mañana porque seguro que me hará falta. He paseado por la muralla y he localizado un restaurante para cenar. Y hacia él me he ido después de dejar las cosas en el albergue.

Las cartas de los restaurantes en Francia… en francés. Así que, como no entiendo ni jota, tiro a boleo y lo que salga. Tortilla de pimientos, pimientos de piquillo rellenos de bacalao (de que me sonarán) que, por cierto, no saben desalar el bacalao por aquí. Y luego de postre un entrecot (esto es lo único que si había entendido de la carta. Bueno, esto y el chocolate del postre. Para beber zumo… de cebada, que uno es muy sano J

Mientras ceno voy pensando en cómo aligerar algo el peso. Por el pronóstico del tiempo y la temperatura que estamos teniendo creo que el polar me sobra y quizás alguna pieza más de ropa. Creo que subiendo no debería tener mucho frio y bajando siempre puedo recurrir a ponerme los dos paravientos a la vez. Ya lo estudiaremos.

Fuera debe estar lloviendo pues la gente que pasa va con paraguas. Yo mientras me preparo para el entrecot que ya me han traído. Lo que si me queda claro es que en Francia la sal va barata. El entrecot tiene tanta sal gorda que parece que viene con caspa y encima histérico perdido, o sea, con muchos nervios. Y yo de momento estoy genial de memoria pues llevo ya una buena parrafada. Y eso que en directo solo llevo desde que me senté en el restaurante a cenar.

Con peregrinos de momento solo he coincidido con 2 franceses viejos en el albergue y cuando salía para ir a pasear con 3 bicigrinos japoneses que hablan en inglés. Creo que mañana no subiré solo… o quizás si, todo de penderá de cómo tiren estos 3 subiendo.

Decididamente, si quiero comer mejor en Francia, tendré que aprender francés. Porque Michelle, el camarero, me había pintado el postre como algo delicioso y ha sido un simple helado con nata. Al menos el helado ha sido de chocolate. Me da que no voy a hacer crónicas culinarias como las de Ramondeverdú L Café, por si acaso, no pido. Cuando estuve en Paris ya sufrí el café francés y me da que esperaré  mañana para tomar algo decente. De momento me voy al albergue a dormir y mañana será otro día.

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